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Cantata 95: Cristo, por quien yo vivo
Kantata 95: Christus, der ist mein Leben
Cantata Religiosa Compuesta en Leipzig

A poco de su llegada a Leipzig Bach tuvo la idea de suplir la escasez de corales convenientes, es decir cortos y significativos, componiendo una obra que reuniera algunas hermosas estrofas de distintos himnos. Fruto de esa idea es esta cantata cuyos versículos, extraídos de cuatro conocidos corales fúnebres, expresan la serena espera de la muerte, aunque con distintos matices. Y estos matices son, precisamente, los que la música manifiesta de manera persuasiva. Una música que, lejos de tener un carácter sombrío, resulta casi popular.

La cantata 95 fue escrita para el duodécimo domingo después de la Trinidad de 1723. El tema de la añoranza de la muerte, tan caro a Bach, es interpretado con inusitada intensidad. El coro inicial combina las primeras estrofas de dos himnos, "Cristo, por quien yo vivo" y "Con alegría me despido", cada uno con su respectiva melodía. Y entre los dos se interpone, inesperadamente, un recitativo para tenor. El primer himno, que revela más emoción, se incorpora al ritornelo de una especie de zarabanda que presentan los oboes d'amore. El segundo, donde los instrumentos de viento son tratados a la manera de las canzonas venecianas, adquiere un carácter ligeramente arcaico. No menos insólitas son las dos arias (movimientos III y V), cada una precedida de un recitativo que la prepara y anuncia. En la primera la soprano canta, acompañada por los oboes, el himno "De tí, mundo insensato, quiero despedirme"; se trata pues de un coral (y de hecho lleva ese nombre) pero con carácter de aria. La segunda, confiada al tenor, es el único movimiento de la obra, con excepción de los recitativos, que no se relaciona con un coral. En este movimiento la nostalgia de la muerte alcanza su más intensa expresión: los oboes exponen una melodía en el estilo de una canción de cuna, mientras las cuerdas evocan en pizzicato un toque de difuntos. El recitativo para bajo (VI) y el coral conclusivo resumen el contenido de la cantata. La idea de la resurrección, ahora en primer plano, reviste apropiadas formas musicales: en el recitativo, mediante la inclusión de líneas ascendentes que simbolizan el ascenso al Padre; y en el coral, por medio de los primeros violines cuya melodía se remonta en un vuelo visionario por encima del himno.



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