Compuesta para el servicio religioso celebrado con motivo de la instalación del Concejo de Leipzig el 27 de agosto de 1731, es esta quizás la más notable de las cantatas con órgano obligado de Bach. El Cantor debió tenerla en alta estima ya que no sólo la presentó de nuevo en 1739 y 1749, sino que utilizó su coro en la Misa en si menor, donde la encontramos dos veces: primero en el "Gratias agimus tibi" del Gloria y luego en el "Dona nobis pacem" del final.. En la cantata Bach aprovecha la ocasión para expresar un poderoso sentimiento de comunidad, extrayendo de un texto algo superficial su significado más profundo. Las numerosas alusiones bíblicas del texto debieron, particularmente, estimular su inventiva.

La cantata 29 se inicia con una suntuosa sinfonía, arreglo del preludio de la Partita en Mi para violín solo, que Bach había compuesto 10 años atrás y que ahora transforma en un trozo de concierto para órgano o más exactamente, como anota Alfred Dürr, en un solo de órgano con acompañamiento de orquesta. Viene luego el mencionado coro que el Cantor utilizará más tarde en la gran Misa latina, y que emplea el siguiente texto: "Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias y proclamamos tus milagros". Sigue un aria para tenor, "Aleluya, fuerza y poderío", canto de expresión casi guerrera. Luego de un recitativo para bajo surge una conmovedora y meditativa aria para soprano, en ritmo de siciliana. Enseguida un recitativo para contralto, que el coro interrumpe con un expresivo amén, conduce sin solución de continuidad al penúltimo movimiento. Es éste un aria para la misma voz, cuyo texto se inicia con las palabras de la primera aria: "Aleluya", fuerza y poderío". El coral de agradecimiento con que concluye la obra está basado en una estrofa del himno "Alaba ahora mi alma al Señor", que Johann Graumann escribió en 1548 y que Bach armoniza con su correspondiente melodía.