La desigual calidad de Salomo Franck como libretista y la forma como ello perjudica a menudo al joven Bach, puede verse en la cantata 185 para cuatro solistas vocales, coro, oboe, fagot, cuerdas y continuo. Escrita para el cuarto domingo después de la Trinidad, su estreno se llevó a cabo en Weimar el 14 de julio de 1725. El texto se basa en la Epístola y el Evangelio para ese domingo (San Lucas 6/36-42), que se inicia con las palabras "No juzguéis y no seréis juzgados".

Consta la cantata 185 de 6 movimientos: dúo para soprano y tenor (con inclusión de coral), recitativo y aria para contralto, recitativo y aria para bajo y coral. En el dúo Bach musicaliza los mejores versos de texto; el resultado es una página cálida y amable que refleja los pensamientos de piedad, amor y bondad evocados por el libretista. El oboe cita una melodía del siglo XVI, mientras los instrumentos del continuo entonan un canto a la vez sereno y animado. Por el contrario, en el texto del primer recitativo no encuentra Bach casi nada que estimule su inspiración. La belleza poética de los versículos evangélicos que invitan a la misericordia, se convierten, en manos de Franck, en una serie de estrofas insulsas. La bella aria de la contralto, con acompañamiento de oboe y cuerdas, habla de las semillas del amor y de su rica cosecha. La línea melódica es aquí, dice Whittaker, "pura representación pictórica". En el recitativo y el aria del bajo, ambos con fagot y continuo, la aridez del texto perjudica de nuevo al compositor, quien muestra sin embargo su ingenio en el tratamiento de los instrumentos. Con la breve pausa después de cada línea, el ritmo del aria sugiere un paso de marcha. En el noble coral conclusivo, Bach emplea la misma melodía del dúo. Por encima del coro a cuatro voces, el violín dibuja una línea independiente que es doblada por los demás instrumentos.