Escrita en 1713 sobre un libreto de Neumeister, Bach la destinó al domingo de Sexagésima. El libreto es una paráfrasis de la parábola evangélica del sembrador, y está precedida de una cita de Isaías que alude al fruto, la semilla, el suelo y la cosecha. Se conocen dos versiones instrumentales de la obra, la de Weimar y la de Leipzig, que difieren por el solo hecho de que en la segunda se agregan flautas dulces como refuerzo de las violas.

Además del empleo de cuatro líneas de violas (sin violines), hecho casi sin precedentes en la música barroca, esta cantata presenta una forma inusitada. Consta de una sinfonía, dos recitativos consecutivos, un aria aria para soprano y un coral. La sinfonía es una encantadora pastoral en forma de concierto para dos violas y orquesta. El primer recitativo, escrito para bajo con acompañamiento de fagot y un continuo de chelo y órgano, se basa en el mencionado texto de Isaías, "Cuando caen del cielo la lluvia y la nieve". Después de este recitativo Bach no coloca un aria, como era lo usual, sino un segundo recitativo para tenor y bajo, con intervención del coro en las letanías. Estas letanías, versión alemana de Lutero, tienen un carácter de responsorio: tras la plegaria del solista se oyen los llamados del coro. Después de este dramático movimiento, la breve aria de la soprano aporta un clima íntimo y personal. Aria acaso demasiado breve; pero como dice Alfred Dürr en su comentario de la cantata, lo que caracteriza el genio del joven compositor es precisamente la coexistencia del fervor dramático y la concisa meditación interior". El final, "Desde lo profundo de mi corazón te suplico, Señor, que no retires tu santa palabra de mi boca", es uno de los primeros corales a cuatro voces de Bach.