Esta obra , destinada al tercer domingo después de la Trinidad de 1724, es para contralto, tenor, bajo, coro, dos oboes, dos violines, una viola y un trombón en el continuo del coro inicial, más una trompa en el coral conclusivo. El desconocido libretista emplea textualmente, en el primero y el último de los seis movimientos, las estrofas correspondientes de un himno del mismo título de Cyriakus Scheneegass (1597), basado en el Salmo 6. Los restantes movimientos se basan en paráfrasis de las otras estrofas del himno.

En el coro inicial, que Bach concibe en el estilo de sus grandes preludios y fantasías corales, la melodía del himno la cantan los bajos y la refuerza el continuo. La presencia del trombón produce un timbre particularmente áspero y grave cuyo efecto aumenta con giros cromáticos sobre las palabras "mein Sund" (mi pecado) y de nuevo se aligera cuando el texto llega a los términos "ewig leben" (vida eterna). En el recitativo para tenor (II), el alma enferma eleva una vehemente plegaria por su curación. En el aria para tenor "Reconforta, Jesús, mi corazón y mi alma" (III), los oboes representan al hombre en su relación con la divinidad. La línea vocal contiene intervalos audaces que traducen con elocuencia las sombrías evocaciones del texto; luego, en la segunda parte, son reemplazados por deliberadas consonancias. Después de un sobrio recitativo para contralto, la expresión cambia bruscamente en el aria para bajo. El primer violín describe con pasión un texto que se inicia con las palabras "Alejaos espíritus del mal porque Jesús está conmigo"; texto que a su vez da lugar a líneas vocales de amplia y audaz concepción. Un sencillo coral en las voces intermedias da conclusión a la imponente cantata.