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Cantata 107: ¿Por qué te has de afligir?
Kantata 107: Was willst du dich betrüben
Cantata Religiosa Compuesta en Leipzig

El Evangelio para el séptimo domingo después de la Trinidad evoca el milagro de la multiplicación de los panes y los peces (San Marcos 8/1 a 9). La incertidumbre de los discípulos ("¿De dónde podrá alguien saciar de pan a esta multitud aquí en el desierto?") y la consiguiente confianza en el Señor, es el tema del himno de Johann Heermann que constituye la base de esta cantata. La disposición de la obra es inusitada: consiste en un coro de apertura, un recitativo para bajo, cuatro arias consecutivas (para bajo, tenor, soprano y tenor en su orden) y un extenso coral conclusivo sobre una estrofa de un himno de David Denecke.

Al parecer, la cantata 107 se estrenó en Leipzig el 23 de julio de 1724. A diferencia de las cantatas-corales de aquel ciclo anual, presenta como rasgo extremadamente insólito el hecho de que si bien las estrofas del himno las emplea Bach sin cambio alguno, la música de las estrofas segunda, tercera, cuarta y sexta no tiene ninguna afinidad con la melodía del himno. La obra es pues, dice Finscher, un cuerpo extraño en el ciclo del año litúrgico 1724-1725, y constituye un anticipo de las cantatas-corales del período creador más avanzado del Cantor (de hecho algunos autores, entre ellos Murray Young, sitúan la obra hacia 1735). No menos inusitados son los detalles musicales. La primera estrofa no la musicaliza Bach como una fantasía-coral concertante sino como un extenso coral, con la melodía ornamentada del himno en la voz de las sopranos. Al ritornelo orquestal se le asigna la tarea de expresar los sentimientos de aflicción y de consuelo a que alude el texto. La segunda estrofa está concebida como un recitativo que se convierte en arioso. Las estrofas tercera a sexta dan lugar a las cuatro arias mencionadas que Bach realiza en el estilo más moderno de la época. La primera y la última de estas arias, en tonalidad mayor, presentan un revestimiento orquestal más abundante, una vivacidad que recuerda el estilo de la danza y un tono decididamente moderno, casi a la manera galante. Las dos arias intermedias, en tonalidad menor, exhiben una instrumentación más ligera y contrastan entre sí de conformidad con el texto. La primera de ellas (IV) describe a Satanás con un motivo obsesivo del continuo; la segunda traduce la estrofa (con sus palabras centrales "gloria" y "felicidad") como una amable escena pastoral. En la última estrofa, el acostumbrado canto religioso de la congregación se incorpora a una siciliana instrumental. De los cuatro compases del postludio emana un efecto magnífico que circunscribe, una vez más, el camino recorrido entre la aflicción y la afirmación de la fe.



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