Esta obra se estrenó en San Tomás de Leipzig el 14 de mayo de 1724. Como la cantata 166, ejecutada allí mismo una semana antes, sus movimientos están dispuestos de la manera siguiente: I, cita bíblica del Evangelio del día (San Juan (16/23 a 30); II, aria con carácter de comentario; III, coral; IV, recitativo dialéctico; V, aria de contenido doctrinal, y VI, coral.

Las palabras del aria para bajo con que se inicia la cantata son las que Jesús dirige a sus discípulos antes de su arresto, para decirles que su tristeza se convertirá en gozo: "En verdad, en verdad os digo, que todo cuanto pidiéreis a mi Padre, Él os lo dará". Este movimiento lo concibe Bach como un severo motete polifónico a cinco voces: cuatro confiadas a los instrumentos (dos oboes d'amore, cuerdas y continuo) y una a la voz humana. Dice Schweitzer que "la rigurosa necesidad que domina el desarrollo de esta fuga es simbólica: toda súplica dirigida en nombre del Hijo será concedida por el Padre". En el aria para contralto (II) un solo de violín traduce, en términos que recuerdan el más brillante estilo violinístico de Vivaldi, un texto que se inicia con las palabras "Cultivaré rosas así me hieran sus espinas". Con esta alegre aria contrasta el coral (III) en donde la soprano, acompañada por dos oboes d'amore, canta la anónima melodía de un himno escrito por Georg Grünwald en 1530. Un breve y austero recitativo conduce al aria para tenor y cuerdas (V), trozo de esplendor casi händeliano que, en su primera parte, expone repetidamente, bajo formas diversas y realzadas por el primer violín, las palabras "Gott hilf gewiss" (la ayuda de Dios es cierta). Palabras que sintetizan el contenido del texto y determinan el carácter de la música. Un sobrio coral da conclusión a la breve y significativa cantata.