Esta obra la compuso Bach para el domingo 30 de diciembre de 1725, y para su ejecución dispuso de cuatro solistas vocales, coro, corneto (trompa), taille (oboe tenor), tres trombones, dos oboes, cuerdas y continuo. El libreto, de Erdmann Neumeister, incluye dos conocidas estrofas de coral y un texto bíblico. En la redacción, Neumeister suprime ese carácter didáctico que tienen de ordinario sus libretos, para dar lugar a una acción de gracias y un canto de alabanza al Señor. Por lo demás, esta libreto no alude ni al Evangelio ni a la Epístola del día.

De los seis movimientos de la obra el más importante es un coral en estilo de motete que, contrariamente a la costumbre, ocupa el segundo lugar después del aria inicial para soprano. Este famoso coral, que tan claramente domina el resto de la cantata, se ejecuta a menudo como trozo independiente. No produce sin embargo todo su efecto sino en el contexto general. Incluso el aria que la precede, con su oposición entre el jubiloso canto de la soprano y la parte de los instrumentos, puede ser considerada como preludio al coral. "Es este sin duda, dice Hans Grischkat, el más interesante de los corales para coro de Bach" (1). En este caso la melodía del coral la cantan las sopranos, mientras las voces inferiores enuncian los versículos del himno en el más severo estilo polifónico. La orquesta no tiene parte independiente en este movimiento y se limita a sostener las líneas cantadas. El tercer movimiento es un arioso para bajo que traduce el siguiente versículo del Libro de Jeremías: "Entonces dijo el Señor: me alegraré con ellos haciéndoles bien, y plantaré mi alegría en la tierra prometida con todo mi corazón y toda mi alma". La sobria majestad de este arioso se prolonga en el recitativo para tenor, "Dios nos ha bendecido en este día", que Bach concibe de nuevo en estilo polifónico, aunque no con la severidad alemana del coral mencionado sino según el modelo más ligero de los italianos. La cantata concluye con un solemne coral.

(1)Mi niña: no hay desde luego redundancia en la expresión "corale para coro", ya que no todos los corales - sinónimo de himnos - los destinó Bach al coro: algunos los confió a una voz solista o a un instrumento o grupos de instrumentos.